lunes, 14 de abril de 2014

H.P Lovecraft, Relatos I

Howard Phillips Lovecraft, H.PLovecraft para los amigos, es un autor que sabía que existía desde hace tiempo, pero nunca había tenido entre mis manos a ninguno de sus retoños. Sin embargo, este desequilibrio en La Fuerza ha sido solventado recientemente gracias a uno de mis nuevos compañeros de piso que me ha recordado que Lovecraft merece ser leído. Y desde aquí lo digo, no es que merezca sino que debe ser leído.
Howard Phillips Lovecraft

Hasta el momento he degustado tres de sus relatos, a saber “Arthur Jermyn”, “Azathoth” y “Celefais” los cuales en mí opinión son tres cuentos excepcionales en los que Lovecraft hace gala de una imaginación desbordante. Es sin duda sorprendente como con relatos cortos, como lo son estos tres, el señor Lovecraft es capaz de transportarnos a mundos y realidades tan ajenas y distantes. Por ello tiene pinta de que la alteración en La Fuerza va a permanecer, pero en este caso con factor positivo, esto es, que voy a seguir leyendo sus relatos hasta que me canse.

Dicho a las claras, este hombre tenía en la cabeza un embrollo de muy padre señor mío, sino no puede explicarse que fuese capaz de desarrollar las ideas que en su obra se plasman. Además, presenta una forma de escribir sencilla y cercana que te envuelve sin que te des cuenta en un torbellino de fantasía, ciencia ficción y terror del que no es sencillo emerger una vez se ha finalizado la lectura. Y como sabéis, la capacidad de que una lectura te cautive más allá del propio instante en que se lee es un gran valor añadido para cualquier obra.

Pero bueno, vayamos al lío a ver de qué tratan los tres relatillos en cuestión. El primero que leí fue “Arthur Jermyn”, publicado originalmente con el título de “Hechos tocantes al difunto Arthur Jermyn y su familia” en junio de 1921 en la revista The Wolverine. En él se trata el tema de la culpa atávica, esto es que los descendientes directos por línea de sangre no pueden liberarse de los crímenes cometidos por sus antepasados si estos son lo suficientemente horrendos. Y el que en este relato se describe es lo suficientemente atroz, creedme. Arthur Jermyn es el tataranieto de sir Wade Jermyn quien fue explorador en el Congo y que se encontraba obsesionado con una civilización prehistórica de individuos blancos en aquel territorio, sin embargo esta convicción acabó por conducirle al manicomio. Durante su vida se había casado, según él, con la hija de un mercader portugués, pero a esta nunca nadie la vio y acabó muriendo en África pues siempre acompañaba a su marido en los viajes. Este es hasta el momento el relato más perturbador de los tres que me he leído, y clara señal de que empezaba por buen camino a leer a Lovecraft.

El más corto de los tres cuentos es el de “Azathoth” en el cual H.P Lovecraft presenta una gran preocupación por el modo de vida, la pérdida de la ensoñación y la imaginación así como del disfrute de la belleza en el mundo desarrollado dominado por la ciencia. Pone por ello de relieve la necesidad de mantener los sueños y fantasías así como la capacidad de imaginación aún en la vida adulta.

Resta tan solo “Celefais” o “Celephaïs” cuento escrito en 1920 pero publicado dos años más tarde en Rainbow. En este cuento el autor vuelve a hacer referencia al mundo onírico y a la desconexión que proporciona del incesante y bullicioso mundo físico. Es un relato lleno de magia en el que se vislumbra el agobio y tormento que pueden producir el mundo tangible y presenta a los sueños como escapatoria del mismo recurriendo a la imaginación y ensoñación de cuando se es un crío.

Las fantasías de H.P Lovecraft me atraen cual fuerza irresistible por lo que supongo que en un futuro pasarán por este blog más de sus relatos. Y si me aceptáis un consejo, leed alguno de sus relatos, hasta donde sé, son excelentes.

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