miércoles, 25 de septiembre de 2013

La caja fuerte de Al Capone y la paradoja de Teseo

Estaba tan tranquilo en casa cuando de repente un programa de televisión salvaje apareció. En él un tipo estadounidense, creo recordar que bastante grande, bueno realmente a los de USA los suelo imaginar gordos a menos que alguien diga lo contrario, llevaba una caja fuerte a restaurar. El dueño de la finca donde restauraría la caja fuerte, porque aquello era una finca en toda regla, salio a buscarle a la entrada. La verdad es que ese tipo, el dueño, no tenía mucha pinta de restaurador pero bueno démosle un margen de confianza.

Los dos personajes entablaron conversación, y el cliente le contó que la caja fuerte, que parecía sacada de una debacle nuclear, había pertenecido a Al Capone, gangster estadounidense de las décadas de los 20 y 30. Perfecto, supongamos que ese amasijo de metal es una caja fuerte, que yo no lo tenía muy claro pero bueno, y que perteneció al famoso mafioso. Cuando ya me entró la risa fue cuando el cliente dijo que quería que restaurasen esa caja fuerte a su estado original. A su estado original dice, que guasa se traía el tipo. Es como si te digo, ale campeón haz magia y vuelve a darme el palo del que salieron esas cenizas.

Al Capone
La cuestión es que el restaurador aceptó el trabajo. Yo ante tal cliente también lo hubiese aceptado, hubiese comprado una caja fuerte nueva y se la hubiese dado como si fuese la de Al Capone restaurada, y a poner la mano. Pero parece ser, que el dueño es persona más decente, o que había cámaras o algo y decide restaurarla, si así se puede llamar a eso. Empezaron por intentar abrir las puertas, lo cual tiene sentido, la cosa es que cuando vieron que no se abrían pues no pusieron reparos en liarse a hostias con ellas, hasta desencajarlas de los goznes. Si señor.

A continuación arrancaron alguno de los paneles que estaban los pobres bastante oxidados, y los intercambiaron con otros nuevos. Los que creyeron que podían salvarse los lijaron fuertemente. ¿Y las puertas?, pues a las puertas les cambiaron el mecanismo de cierre y algún otro componente y las lijaron. Por último, para darle un aspecto impecable y como si aquella debacle nuclear no hubiese pasado nunca por esa caja fuerte, la pintaron y abrillantaron.

Cuando llegó el cliente a recoger su caja fuerte, quedó flipando, hubiese dado brincos de alegría si no fuese porque la gravedad hace su trabajo. No paraba de decir que como era posible, que como habían conseguido restaurar esa chatarra, que eran los mejores. Y para culmen dejo la perla de “ahora tengo la caja fuerte de Al Capone tal y como él la tenía”. Paso por caja, o que os pensabais, y se llevo su preciado tesoro a casa.

La pregunta es, ¿qué se ha llevado el tipo a casa?,¿es esa la verdadera caja fuerte de Al Capone? Porque pensemos, a esa caja fuerte de lo que fue le queda poco, han reemplazado la mita de las piezas de la caja, paneles, goznes, mecanismos de apertura, la han pintado, lijado, hecho taladros, vamos, mil y una perrerías. Y sin embargo, ahí esta el amigo diciendo que se lleva la verdadera caja fuerte de Al Capone.

A esto se le llama la “paradoja de Teseo”, básicamente es que al barco de Teseo a medida que envejecía el navío, le iban reemplazando y reparando cosas y algunos seguían diciendo que el barco era el original de Teseo, ¿incluso cuando le has sustituido todas las partes? Porque claro si nos dicen que le han cambiado una madera al barco, ¿qué diríamos?,¿es o no el barco de Teseo? Probablemente diríamos que es el mismo, ¿y si le cambiasen otra? ¿Dónde esta el límite entre que aún es el barco de Teseo y cuándo ya no lo es?

Un dibujo del posible barco de Teseo
Luego, podemos comernos más nuestras bonitas cabezas, y decir, ¿y si guardamos todas las piezas que le hemos cambiado y acabamos montando otro barco con éstas situándolas en la misma posición?,¿cuál de los dos sería el verdadero barco de Teseo?

Y ya por último, una idea que es cuanto menos curiosa, está demostrado que el total de las células de nuestro cuerpo se reemplazan cada menos de siete años, a diferentes velocidades eso si, la pregunta a plantearse es entonces: ¿somos los mismos que hace siete años?

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